No se se algún día lograremos responder al por qué las personas se vuelven adictas y mantienen una conducta, desadaptada y con tendencias autodestructivas, llegando a olvidar lo más básico para su bienestar y el de la gente que le rodea.
Un adicto puede intentar dejar el consumo y/o la realización de actividades adictivas, aunque a pesar de la voluntad que le ponga fracasará de manera sistemática, es a partir de aquí que el adicto ha de empezar a concienciarse de que la adicción es una enfermedad. Se pueden producir alteraciones en la conducta, disminuirá o incluso puede abandonar el trabajo, cambiar la manera de relacionarse con la familia, amigos o pareja, empezar a padecer problemas físicos y psíquicos…
Un indicador importante para detectar una posible adicción viene dado porque el adicto empieza a negar dos cosas:
- Niega que el consumo de la droga o uso de la actividad tengan conexión alguna con los efectos negativos de su vida.
- Niega que el consumo de la droga o uso de la actividad se le haya descontrolado.
Los programas cognitivos-conductuales (fundamentalmente basados en el entrenamiento de habilidades) y, en particular, el modelo de Prevención de Recaídas (PR) de Marlatt y Gordon (1985), se pueden considerar hoy en día tratamientos para la drogadicción de primera elección para muchas de estas patologías con sustancias altamente adictivas.
La Prevención de Recaídas es un paquete de tratamiento que incluye diferentes técnicas cognitivo conductuales: identificación de situaciones de alto riesgo para la recaída, entrenamiento en habilidades de afrontamiento ante situaciones de riesgo, auto registro y análisis funcional del uso de drogas, estrategias para afrontar el craving y los pensamientos asociados al uso de sustancias, afrontamiento de las caídas o consumos aislados (lapsus) y entrenamiento en solución de problemas. No obstante, aunque se trate de un procedimiento de intervención originariamente bien estructurado, con fases y componentes bien diferenciados, se debe reconocer que en la mayoría de los estudios no se ha aplicado de forma sistemática, sino que, más bien, se ha utilizado como un método general de afrontamiento de las recaídas en el consumo de drogas. Salvando este inconveniente, en las revisiones realizadas para evaluar la eficacia de este procedimiento, sólo se incluyen aquellos estudios que evalúan un tratamiento definido como prevención de recaídas.
En cuanto al formato del tratamiento, los diferentes estudios muestran que las diferencias entre las modalidades individuales y de grupo no alcanzan diferencias significativas (Irvin et al., 1999).
Por último, resulta de interés destacar el estudio longitudinal realizado por Holder et al. (2000) a lo largo de tres años, para evaluar la eficiencia (relación coste-beneficio medida en términos de gastos médicos) de tres modalidades de tratamiento: la Terapia Cognitivo-Conductual de Habilidades (CBT), basada en la Prevención de Recaídas, la terapia motivacional y un programa de ‘doce pasos’. Los resultados mostraron una mayor eficiencia de los programas de Prevención de Recaídas, sobre todo con los pacientes de peor pronóstico (alcoholismo severo, psicopatología asociada y escaso apoyo social).
Laia Boixeda Batllori
Centro psicológico Laia Boixeda, Barcelona