Hay ocasiones en la vida en las que podemos llegar a sentirnos perdidos. Es una sensación desagradable que los demás no entienden (si es que nos atrevemos a contarlo), y es un momento duro, difícil, donde mantener la serenidad es una proeza. La pregunta que los pacientes realizan en consulta es una derivada directa de esta situación atroz… ¿Eso significa que me encuentro deprimido/a?..
Nos podemos sentir perdidos cuando perdemos a alguien. Acaso se trate de volver al punto de partida, pero la sensación atroz es la de sentirnos en ninguna parte… Perder el norte y el sur, preguntarnos primero ¿por qué? Y luego ¿para qué? Puede ser el comienzo de un camino muy largo hacia no sabemos dónde.
Descubrimos con dureza que no hay reglas, que las señales que habíamos creído ciertas resultan espejismos, que los consejos les sirven a otros pero a nosotros no. Nada nos indica el camino, ni la velocidad de la marcha, ahora que la niebla se cierne sobre nosotros con su manto desorientador. Las fórmulas vitales que a otros parecen funcionarles de maravilla nos llegan a parecer absurdas, inútiles, estúpidas o intranscendentes; no nos sirven.
Nos podemos sentir perdidos a llegar a edades cruciales (los cuarenta, la mitad de la vida, pongo por caso)) y preguntarnos cómo debe seguir la partida y cuánto debemos apostar.
La muerte de un ser querido, la pérdida de estatus, el desamor, un accidente con lesiones importantes, una separación depauperante, la marcha de los hijos, una enfermedad… Cualquiera cosa puede descolocarnos, permitiéndonos apenas mantener el equilibrio inestable de no saber para donde tirar.
Muchos lo solucionan “tirando para las tablas”, como los toros cobardes, y otros se van directos a la boca de riego de la plaza, al centro de la tragedia, para morir como los toros valientes… ¿Y yo?
Cuando nos perdemos durante un trayecto solemos pedir ayuda. Preguntamos a unos y a otros y, en muchas ocasiones acaban por liarnos más de lo que ya estamos, demorando nuestra llegada y haciéndonos gastar combustible y mal humor innecesariamente. Hartos, nos acercamos hasta un taxista o un policía local que nos indican el camino correcto en poco tiempo, nos explican bien los vericuetos de la senda y nos dejan marchar. Ni el taxista ni el policía tratarán de convencernos para que vayamos a otra parte, tan sólo nos indicará el camino que queremos seguir, con sus dificultades, sus atajos y sus lugares de reposte. El camino que nosotros hemos elegido.
Buscar ayuda técnica (ante los primeros síntomas de la depresión), profesional es una acto de inteligencia, frente a los que eligen salir adelante atravesando inciertos atajos de alcohol, drogas y otras perversiones, o los que prefieren poner a prueba su capacidad para el sufrimiento.
Por eso, cuando sienta que se siente perdido no se desgaste buscando y acuda a un profesional de la psicología; usted sólo encontrará el camino, un camino mejor.
Original de Luis Folgado. Consultas de Psicología Madrid