Cuando estamos en pareja, todos procuramos ser monógamos, mas muy frecuentemente el deseo es más fuerte. Aunque la infidelidad es mal vista, es más frecuente de lo que cualquiera pudiese meditar. Para los que han traicionado es muy complejo vivir con la culpa y aparece el interrogante habitual ¿Por qué razón lo hice si realmente amo a mi pareja?
Para contestar a esa pregunta la Universidad de Bath, de R. Unido, publicó el estudio “La infidelidad y la monogamia entre los hombres heterosexuales universitarios”, donde dio a conocer las razones para ser infiel.
Investigación a través encuestas
Se entrevistó a cuarenta estudiantes con una pareja estable con la que llevaban más de 3 meses., De ellos, veintiseis habían engañado a sus parejas de una manera o bien otra, mas ninguno deseaba que supiesen. Al contestar por qué razón lo hacían, argüían que era solo por cuestiones sexuales, puesto que el deseo cara otras mujeres no había desaparecido.
Anderson, asegura que el hombre deja de sentirse satisfecho después de los 6 meses de relación puesto que es ahí donde todo se vuelve rutinario y desea tener sexo con otras mujeres. Acá empieza la brecha entre lo que el hombre desea éticamente, “producto de su condicionamiento social”, y lo que desea somáticamente, “producto de sus deseos naturales”. “Esto provoca una tensión sicológica en el hombre y transforma el engaño en una solución razonable y racional”.
El daño inflingido al traicionado es fundamental y su reacción inmediata es contra el infiel; mas esta reacción lógica y natural tiene sus inconvenientes. La próxima metáfora los ilustra y puede valer para explicar al traicionado el camino cara su salud sicológica. Es una forma de presentar el perdón como procedimiento terapéutico, sin mentar la palabra perdón que tiene muchas connotaciones que pueden hacer bastante difícil comprender el proceso terapéutico del perdón.
Cuando alguien te hace daño es tal y como si te mordiese una víbora. Las hay que tienen la boca grande y hacen heridas enormes. Sanar una mordedura de este modo puede ser largo y difícil; mas cualquier herida se cierra por último. Mas el inconveniente es mucho peor si la víbora es venenosa y te deja un veneno dentro que impide que la herida se cierre. Los venenos más habituales son el de la venganza, el del ojo por ojo, el de buscar justicia y reparación a todo trance.
El veneno puede estar actuando a lo largo de muchos años y la herida no se cierra, el dolor no cesa a lo largo de todo ese tiempo y tu vida pierde alegría, fuerza y energía. Toda vez que piensas en la venganza, o bien la injusticia que te han hecho, la herida se abre y duele, pues recuerdas el daño que te han hecho y el recuerdo del sufrimiento te lleva a sentirlo nuevamente. Sacar el veneno de tu cuerpo implica parar de querer vengarse, para resumir parar de hacer conductas destructoras cara quien te mordió. Como te afirmaba únicamente pensando en la venganza el veneno se pone en marcha.
De ahí que, si deseas que la herida se cure, tienes que dejar los pensamientos voluntarios de venganza cara quien te hizo daño. Sin duda deberás intentar que la víbora no te vuelva a morder; mas para eso no deberás matarla, es suficiente con evitarla o bien aprender a defenderte de ella o bien cerciorarte de que lo que ha ocurrido ha sido una acción inusual que no se volverá a reiterar. En la busca de la justicia debes tomar en consideración que no se trata de dejar de proteger tus derechos, se trata de no buscar en ella un desahogo sensible.
Qué es el perdón
Hay acuerdo en estimar que disculpar consiste en un cambio de conductas destructoras voluntarias dirigidas contra el que ha hecho el daño, por otras edificantes. (McCullough, Worthington, y Rachal, mil novecientos noventa y siete).
Ciertos estiman que disculpar no únicamente incluye que cesen las conductas dirigidas contra el ofensor, sino incluye la realización de conductas positivas (Wade y otros, dos mil ocho). Como señala la metáfora precedente, es necesario parar de pensar en las conductas destructivas; mas esmerarse en parar de pensar en algo voluntaria y de manera consciente lo único que logra es acrecentar su frecuencia (Wegner, mil novecientos noventa y cuatro) únicamente un pensamiento consciente y voluntario más esencial va a poder reemplazarlo. En consecuencia, para disculpar, resulta necesario comprometerse, por el propio interés, con el pensamiento de estimar lo mejor para esa persona, si bien sea únicamente que recapacite y no vuelva a hacer daño a absolutamente nadie o bien deseando que le vaya bien en la vida, etcétera
Qué no es perdón
Debido a que perdón es una palabra muy cargada ideológicamente, plantear los pacientes que efectúen un proceso de perdón puede llevar a malos entendidos y por esta razón es preciso discutir con ellos qué es y qué no es el perdón que se plantea. Ciertos puntos que puede ser preciso aclarar son los siguientes:
El perdón no incluye obligatoriamente la reconciliación. El perdón se da en múltiples niveles y, por ende, no implica necesariamente la reconciliación con la persona, por el hecho de que la reconciliación es un proceso de 2, al paso que el perdón es un proceso personal. En consecuencia, el perdón no va a suponer jamás restaurar la relación con alguien que con mucha probabilidad pueda regresar a hacer daño.
Cuando engañas a tu pareja y quieres recuperarlo, el perdón no pasa necesariamente por olvidar lo que ha pasado. El olvido es un proceso involuntario que se va a ir dando, o bien no, en el tiempo. Únicamente implica el cambio de conductas destructoras a positivas cara el ofensor, como se ha indicado.
El perdón no supone justificar la falta de respeto que se ha recibido ni minimizarla. La valoración del hecho va a ser siempre y en toda circunstancia negativa y también inexcusable, si bien no se busque justicia o bien se desee venganza.