Iones primaverales

La primavera es una época del año más que curiosa que favorece estados anímicos contrapuestos. Para algunos, la presencia de sol tiene efectos euforizantes o, cuando menos, estimulantes del ánimo. Por contra, para otras personas resulta una época caracterizada por el abatimiento y la distimia. ¿Por qué tiene ese efecto paradógico la primavera? ¿Tiene alguna explicación científica?

Desde luego que sí. Los diferenciales anímicos pronunciados son la consecuencia irecta de la poderosa ionización positiva que sufre la atmósfera durante la estación intersticial. Este hecho puede llevarnos a un decaimiento de ánimo e incluso a leves distimias que no suelen ir a más a menos que se compliquen.

El incremento sustantivo de las horas de luz va puede dar lugar, en ciertas personas, a una exaltación anímica provocada por secreciones del eje hiposisiario que responden a estos cambios en la luminosidad.

A nivel de profilaxis mental conviene que nos “protejamos de la primavera”. Lo podemos hacer procurando estabilizar y armonizar nuestras actividades de forma que tengan lugar pocos cambios y nos afecten en menor medida las emociones y sensaciones que podrían desestabilizarnos. Todo ello siempre y cuando seamos sensibles a la primavera, que no siempre es el caso.

Desde antiguo, la primavera ha sido un estadío propicio para el enamoramiento y el amor; no es de extrañar si tenemos presente estos efectos físico-químicos de la luz y la carga atmosférica sobre nuestra conducta.

Original de Luis Folgado

Psicólogos Madrid