Más allá de la orientación
El rol del orientador en discapacidad
El concepto de orientador nos remite al verbo “orientar” cual su definición dice: “Determinar la posición de una cosa respecto de los puntos cardinales”
La primera salvedad importante a tener en cuenta no sólo por lógica en la definición sino como metáfora que puede ser reflexionada es el del término “cosa”; claramente es un sujeto y no una cosa, pero esto nos da la posibilidad hablar de: “cosificación” de la discapacidad, que se ha realizado a lo largo de la historia con las personas con discapacidad, situarlos en el lugar de objeto, de estudio, de discriminación, de desecho, siendo arrojados al precipicio por ser inservibles; y esta historia ha dejado un peso simbólico en la discapacidad que hasta el día de hoy se siente.
Continuamos con el rol del orientador, siendo hoy en día el profesional con mayor contacto diario con los pacientes con discapacidad. Ellos deben determinar la posición del sujeto ante la tarea, mejor dicho sería posicionarse ellos como orientadores es la posición del orientador como sujeto frente a un sujeto, esta posición los subjetiviza, y deben posicionarlos en un lugar no sólo del hacer, no solo de terminar la tarea sino lo más importante es posicionarlos como sujetos deseantes.
El orientador no sólo se orienta sino que es un ideal, es una figura identificatoria, un amigo, un padre, una madre, una figura de autoridad, una figura de afecto, más allá de su rol de orientar, es un rol que es clave en su posicionamiento para lograr que los concurrentes sean mirados y escuchados.
Para que haya deseo debe haber falta, mostrar esta falta, generar está falta, no es mostrar el déficit sino todo lo contrario, lo posible de hacer, lo que podemos llegar a realizar, la falta no genera inhibición, sino que genera movimiento, genera deseo. Deseo de taparlo, pero sabemos que ese tapado es un imposible, un imposible funcional en la medida de que somos seres hacia objetivos, en donde lo inalcanzable nos arroja al que hacer de la vida, y en el recorrido es donde encontramos los logros.
Lo que define un búen orientador es si está orientado a ellos y no a la tarea ( es decir a si mismos), debemos detectar ese posicionamiento narcisista que busca enfocar todo hacia la tarea, hacia el producto, de allí algunas frases que se suelen escuchar “no me trabajan”, o no soportar no cumplir con los objetivos, allí es donde la tarea es protagonista y no el sujeto. Esto se construye en la medida en qué hay deseo, diferencia clave y elemental con el tallerista que solo transmite su saber, con su práctica.
Lo que se espera de un orientador es lograr transmitir algo pero desde un lugar de identificación y no como incorporación del objeto, en pos de la construcción del sujeto y no como copia o imitación. Necesitamos que nuestros concurrentes no imiten porque ahí no existe autenticidad, allí ni está el sujeto sino un a copia de otro, donde no hay deseo sino repetición de una imagen estática, una falsa socialización. Necesitamos procesos de identificación, en donde no se incorpora el objeto tal cual es, sino que se toman las características, los modos, las formas, pero se mezclan con el individualismo, con la historia particular, y ahí se comienza zaga crear un sujeto y lo visible de sus acciones, en sus productos, allí es donde se encuentra su sello, único.
El orientador no es un maestro, no se un educador, no es su tarea sólo la transmisión de un conocimiento o habilidad, queremos que un orientador sea más un escuchador, un sujeto que subjetivice, un amigo, un otro que tiene autoridad en su espacio pero también está atento a detectar al sujeto, al individuo, estar alerta al despertar de cada talento, de aquello que genera pasión, y no de normalizar al paciente. Si un orientador escucha, ve, detecta que en un concurrente existe una pasión, unas “ganas de”, un posible talento, puede lograr un cambio significativo a nivel emocional, psíquico y social de esa persona.
Un ejemplo de esto es un joven llamado Mariano, con un diagnóstico de retraso mental moderado, 34 años y sin motivación por las actividades que se desarrollaban en la institución donde concurría, hasta que un día fue a una colonia, un orientador hablando con el se entero que le gustaban los peces, fue orientadondolo hacia una meta…la natación, comenzó con fobias al agua, luego empezó a nacer su nueva pasión, hoy es uno de los 10 mejores nadadores paraolimpicos, y no sólo es importante que sea bueno y reconocido en lo que hace sino que tiene una pasión por ello, un proyecto de vida, y allí es donde aquel orientador estuvo bien orientado.
Red de profesionales en Discapaciadad