En ocasiones ponemos todo nuestro esfuerzo e ilusión en algo que finalmente se queda a medio camino. En algo que, sea por la razón que sea, o no llega a suceder o no ocurre de la forma que queríamos. Lo que hacemos tras una situación como esta, nos convierte en personas exitosas o en víctimas, ¿qué quieres ser tú?
Cuando una puerta se nos cierra delante de nuestras narices, pasamos por varias etapas hasta llegar a aceptarlo. En un inicio no podemos evitar tener una cierta sensación de que lo que nos está pasando no es cierto, después podemos atravesar por momentos de rabia e impotencia, para finalmente, darnos cuenta de que la esperanza que queríamos conservar para no tirar la toalla, también se ha esfumado. Ahora sí, nos damos cuenta de que aquello por lo que nos ilusionamos y gastamos nuestro tiempo, está más lejos que nunca de hacerse realidad.
Todos pasamos por estas fases hasta asimilar lo ocurrido, pero lo importante es saber qué hacemos después de una derrota como esta. Es en este momento donde está la clave para evitar que algo similar nos ocurra de nuevo. Puedes aprender a dar un giro a estas situaciones y no sólo sacarles el lado positivo, sino verlas como una oportunidad para seguir mejorando. ¿No te lo crees? ¿Por qué sino hay gente que es capaz de sobreponerse muy rápido de sus errores? ¿Por qué hay personas que parece que nos les afecten sus derrotas?
Esto se debe a que estas personas se mueven por su inteligencia emocional y no dejan que la frustración y la negatividad se apoderen de su futuro. Estas personas son capaces de hacer cierto el dicho de que “cuando una puerta se cierra, se abre una ventana” y si te fijas bien, todas tienen una característica común, tarde o temprano acaban siendo personas exitosas.
¿Tú no eres capaz? ¡Pues cámbiale la cerradura a esa puerta cerrada! Lo importante es que logres ver una salida. Te explicamos cómo.
Para poder darle la vuelta a una situación que no ha resultado ser lo que esperabas, empieza por analizar los siguientes puntos. ¡Coge papel y boli si es necesario!
- ¿En qué he fallado? Lo primero que debes hacer tras haber perdido una oportunidad, es analizar por qué no ha salido bien. Céntrate en ti, analiza qué es lo que podrías haber hecho mejor. Siempre hay algo que podemos mejorar, SIEMPRE. Muchas veces es porque no hemos delimitado bien nuestro objetivo, no hemos medido bien nuestras posibilidades de conseguirlo, no nos hemos preparado lo suficiente o no hemos explotado lo suficiente nuestras capacidades. Detecta cuál ha sido tu error, y ¡corrígelo!
- ¿Qué he hecho bien? Muchas veces fracasamos en los intentos por olvidarnos de darle importancia a las cosas que hemos hecho bien. Analízalas exactamente igual que tus errores, pues así conseguirás potenciarlas y tenerlas presentes en el próximo intento.
- Céntrate en tu objetivo y olvida el qué dirán. Vivimos condicionados por una sociedad que no nos permite cometer errores y que nos juzga si somos muy innovadores. Tenemos que ser buenos en todo, destacar, ser un ejemplo o si no, no es suficiente. Pero tú tienes la clave para cambiar eso. Párate y reflexiona sobre si te importa más lo que piensen de ti o conseguir aquello que te importa. Céntrate en lo que tú quieres y olvídate del qué dirán; estar pendiente de los demás te resta energía para crecer.
- No tengas miedo de pensar en grande. Dicen que si tus metas no te dan miedo, es que no son lo suficientemente grandes para ti. Apunta alto y aprende por el camino todo lo necesario. Apuntar alto no significa no ser realista, mide tus capacidades y plantea cual sería “el escenario perfecto”, “el final perfecto a la historia que estás escribiendo”. Eso te hará ver la meta de una forma más clara y perseguirla con muchas más ganas.
- No descartes reinventarte. Que no te de miedo investigar en otras áreas y si en éstas encuentras algo que te gusta más, ¡reinvéntate! Todo lo que hayas aprendido hasta ahora, a pesar de que sea de otra temática, sumará para tu nueva aventura. ¿Te has dado cuenta de que las personas exitosas tienen conocimientos que abarcan muchas temáticas?
- Visualiza constantemente lo que quieres. Jamás pierdas de vista tu meta, apúntalo si es necesario, engancha un papel con tu meta en el espejo del cuarto de baño, con un imán en la nevera o como salvapantallas del móvil, pero jamás pierdas de vista tu meta. Habla de ella a tus personas cercanas, cada vez lo hagas, le estarás dando forma y seguro que detectaras aspectos que puedes mejorar. Esto te hará no perder la energía en el camino y te asegurarás de que todo lo que haces, va en la dirección correcta.
Recuerda siempre que este análisis no sería posible si no hubieras fallado en el intento: cada error te acerca a tu meta. De cada error puedes aprender a perfilar tu estrategia. Mejorarás y pulirás tu manera de enfrentarte a una situación determinada.
No sólo conseguirás lo que te propones, de regalo habrás conseguido:
Sabrás escoger sin esfuerzo la mejor opción para situaciones complejas. Si pones en práctica este análisis, lo irás integrando en tu manera de enfrentarte a las situaciones complejas y serás capaz de realizar un análisis de la situación mucho más realista que antes, por lo que cada vez será más fácil que obtengas aquello que te propones a la primera.
Serás una persona mucho más optimista y carismática. A las personas les gusta rodearse de gente que ve el vaso medio lleno. Les gusta pasar el tiempo al lado de personas que contagian su entusiasmo y vitalidad.
Verás los nuevos retos como oportunidades y no como amenazas. Si integras en tus pensamientos que los errores te permiten crear una versión mejorada de ti mismo, afrontarás cada reto como una oportunidad para la mejora.
Ganarás confianza y seguridad en ti mismo. Es muy importante sentirnos capaces de hacer frente a nuevos retos. Si pones en práctica los 6 puntos anteriores, ganarás en confianza y seguridad, hecho que a su vez, atraerá los buenos resultados.