Este es un niño, que bien podría ser una niña, hablando a su madre, que bien podría ser su padre
Te necesito. Por eso es que mi pequeño cuerpo corre hacia ti después de unas horas de no verte. Horas que para mí son siglos.
Te quiero. Haría lo que fuera para que me quisieras tú también y aunque algunos dicen que no me doy cuenta porque soy un niño, sé perfectamente cuando algo te gusta o no te gusta de mi y me he hecho un experto en el arte de agradarte.
Me dices todo el tiempo que soy “especial”. No se qué significa esa palabra pero tengo una gran capacidad para entender su significado.
Por ejemplo ayer, cuando tan contenta abriste el ordenador y entraste en Facebook, vi que colgabas mi foto en tu perfil para mostrar a tus amigos cómo he crecido en el último año. O la noche pasada, cuando pusiste el vídeo de aquel abrazo que te di con tanto amor, ese momento nuestro, tan íntimo, que se convirtió en un acontecimiento público. Y también el día anterior, cuando escaneaste mi libreta de calificaciones para mostrar lo orgullosa que estabas de mi. Y eso por no hablar de la obra de teatro en el colegio o de los zapatos rojos que me compraste la semana pasada.
Yo me pregunto si esto es necesario y rápidamente me contesto que sí, porque cuando lo haces te ves muy feliz. Feliz de que yo sea un “niño especial”.
Pero nunca he visto mi foto en tu perfil cuando no quiero comer porque estoy enfadado por tu tardanza o porque no he dormido bien la siesta. Tampoco la de aquel domingo que no quise darle un besito a la abuela, ni el día que estábamos en el parque y no quise prestarle mi juguete a la niña que me lo quería quitar. No estoy en tu perfil cuando me siento triste y desorientado, cuando he tenido una pesadilla ni cuando monto una pataleta porque le haces más caso a mi hermanito que a mi, sólo por ser él más pequeño.
Cuando estás muy inspirada, empiezas a darme unos discursos que no llego a comprender. Pero sé que en algún momento vas a pronunciar la frase mágica, sí, otra vez….
… que soooy un niiiño especiaaal.
Yo me siento muy feliz cuando tú también lo estás. Y hago cosas para ver si acierto y cuando no lo consigo me siento frustrado. Por eso es que a veces me siento abrumado con tanta responsabilidad. Porque ser un niño especial no es como jugar, porque no siempre sé cómo agradarte y sinceramente hay días en que sólo me apetece ser un niño. En realidad, son todos los días pero de vez en cuando se me olvida.
Porque me imagino que ser especial implica que hay que tenerlo todo especial: notas especiales, juguetes especiales, actitudes especiales, gustos especiales, fotos especiales, amigos especiales, ropa especial, lugares especiales. Y qué va a pasar cuando crezca un poquito más y me de cuenta de que soy un ser humano como todos los demás, con sentimientos, deseos, miedos, alegrías y tristezas? ¿Qué tiene esto de especial? Lo pienso y tiemblo de miedo, por si voy a decepcionarte hasta perder tu amor, que es lo único que necesito para vivir!!
Pero tranquila mami, que ya tengo mi truco. Ya lo he probado y me ha funcionado de maravilla. Al principio dolió pero como pasa con mis zapatos nuevos, los rojos, con el tiempo ya no se siente nada. Te cuento el secreto, pero sólo a ti, a no ser que decidas también publicarlo en tu perfil: el truco consiste en apretar los dientes y la barriga. Y hacer lo que se supone que hay que hacer: frente a una cámara de fotos, sonreír. Frente a la abuela, dar un besito, frente a la niña del parque, darle mis juguetes, frente a mi hermanito, jugar al grande… Bueno, cuando me estás viendo, porque si te contara lo que le hago cuando no estás!!!.
Lo bueno es que si algún día se me olvida, bastará con entrar a tu perfil, donde en vez de tu biografía está la mía, desde la ecografía del primer trimestre de mi vida dentro de ti, hasta lo de los zapatos rojos. ¿De verdad, esto lo haces por mi? ¿Será el precio que tengo que pagar por ser especial?
¿Sabes qué? Cuando no aprieto la barriga ni los dientes me doy cuenta de que no quiero ser especial. De que tal vez prefiero que se me trate con más respeto. Respeto a mi intimidad, respeto a no ser especial. Y además, no tengo ni idea de qué son los paparazzis, pero ya sé que no me gustan.
Lo que me pregunto es por qué aparezco yo en internet para que me vea medio planeta. A veces he pensado que me utilizas para sentirte tú especial y no porque yo lo sea, pero aprieto mucho barriga y dientes y ese pensamiento deja de fastidiarme, así que aprieto y aprieto, sonrío y doy besitos y todos tan contentos. No hace mucho estábamos tú y yo de parto y hoy ya me he convertido en un actor de los mejores!!
He hecho de complacerte mi misión. Pero algo dentro de mi me dice que hay algún otro motivo por el que ha valido la pena nacer. Es una cosa rara, algún sonido, alguna sensación que si pudiera traducir en palabras adultas sería algo como: “se tú mismo”. Yo no se qué es eso, pero sospecho que no tiene nada que ver con apretar la barriga ni los dientes. ¿Y si soy yo mismo y no me gusto? Y lo peor… ¿Y si soy yo mismo y no te gusto? Impensable!!! Yo aprieto y ya veremos, pero me aseguro tu amor.
Pero… si fuera posible… yo sólo quiero jugar. Y me haría muy feliz saber que así me amas y me aceptas.
Que me amas y me aceptas por ser “simplemente” un niño.