La sensación es de atasco, de tener una serie de sentimientos y emociones que no saben por donde salir, pues las vías de expresión están obturadas, tanto, que en algún momento ni se contemplan ya, quedándose dormidas mientras el cuerpo va perdiendo su elasticidad natural. Así es como uno se acostumbra a vivir desligado de afectos y sucesos, ignorante ante las oportunidades de contacto real con uno mismo y con los demás.
Pero nuestros modelos de buena conducta no ayudan mucho: “Hay que saber dominarse”, “no se puede demostrar el miedo por ahí”, “hay que mostrarse ante los demás con la frente bien alta”, “no hay que dejarse llevar”, “hay que tener paciencia y valor”, “no hay que llorar sino animarse y sonreir”. O sea… hay que callar y aguantar!!.
Posiblemente, algunas de estas actitudes estarían muy bien si nacieran del equilibrio y, en ese caso, ni siquiera sería necesario aconsejarlas. Simplemente saldrían de manera natural, y harían parte de la vida personal y social sin necesidad de tanto control. Pero cuando se es niño/a no hay posibilidad de elección, por lo tanto, ante esas indicaciones de “buen” comportamiento, el rechazo es rápidamente sustituido por una resignada aceptación.
Hasta ahí todos contentos excepto, claro está, el/la propio/a interesado/a. Porque lo que no se toma en cuenta, aún hoy día, es que estas amonestaciones “siempre perjudican la fibra del niño, quebrantan su espíritu, destruyen su vida interior, convirtiéndolo en un monigote bien educado“, en palabras de Wilhelm Reich.
Sí, volvemos a Reich, quien dedicó su vida al estudio de los mecanismos psíquicos y somáticos de la represión, y quien dejó un legado importantísimo -y aún vigente- para la prevención. Por ejemplo, nos explicó cómo las consecuencias de ese aleccionamiento para el buen comportamiento del que son víctimas niños y niñas, se reproducen en la actitud muscular del adulto que será más tarde, con el consecuente daño para su sistema biológico y emocional.
La actitud muscular es lo que entendemos como expresión corporal. Todos hemos tenido la experiencia de estar frente a alguien, o a nosotros mismos, con los hombros rígidos, el cuello tenso, la mirada fija, la boca dura o la pelvis muerta. Podemos ser conscientes de ello o no. Pero sea como sea, las posturas corporales nos dan una información valiosísima sobre la historia y el estado energético y, no por casualidad, nos sentimos más cerca o más distantes, con más ganas de quedarnos o de retirarnos, con mayor o menor deseo de compartir, de ayudar o de convivir.
Escribía Reich en su libro “La función del orgasmo”:
[…] Imaginemos que estamos asustados, o a la espera de un grave peligro. Instintivamente, contendremos el aliento y permaneceremos en esa actitud. Al no poder continuar asi, volveremos a espirar nuevamente, pero la espiración será incompleta y poco profunda; no espiramos completamente en una sola vez, sino en fracciones, en etapas. En un estado de expectación ansiosa, instintivamente echamos hacia adelante los hombros y permanecemos en actitud rígida; a veces levantamos los hombros. […]
Este es solo un ejemplo de cómo el cuerpo responde a las agresiones externas. Pero Reich también nos enseñó que, aún con lo poco saludable que puede resultar, toda expresión corporal tiene su función. Uno no deja de respirar correctamente porque quiera. En el caso de la respiración superficial, Reich mostró cómo, desde edades tempranas, se combate la angustia conteniendo la respiración. Esto mismo sucede cuando se tienen, y se temen, sensaciones placenteras en el abdomen o en los los genitales. Funciona la primera vez y así se va adoptando el mecanismo para situaciones futuras. Sí, se encuentra de esta forma la protección contra el displacer, pero el precio es alto ya que, a la vez, se pierde la capacidad para el placer. Así es como se forma la coraza muscular y con ella el carácter. Suena tan fácil ahora… pero Reich necesitó muchos años para llegar a esta conclusión. Y aún así, quedaron varias cuestiones por aclarar, que sus continuadores vienen trabajando sin descanso. (Ver continuadores de Reich)
En esta línea, el bloqueo emocional viene siendo el acorazamiento contra el placer y el displacer. No sale el odio, pero tampoco el amor. No salen las lágrimas, pero tampoco la risa. No sale la rabia, pero tampoco la calma. Así, toda satisfacción se ve obstaculizada y el caos predomina sobre la necesidad de comunicar de una forma armoniosa y coherente. Pero esto no quiere decir que por dentro no pase nada. Pasa, y mucho. Es como una batalla sorda y muda, además de inconsciente en muchos casos, para poder organizar tanta emoción desordenada.
Pero estar bloqueado afectivamente no siempre responde a la imagen de quien no se comunica o no parece sentir nada. A veces las apariencias engañan y vemos cómo personas con una gran locuacidad, que van de aquí para allá haciendo y deshaciendo, hablando sin parar, se encuentran especialmente vacías a la hora de establecer relaciones profundas, sin la posibilidad de crear vínculos reales con los demás. Esto es más de lo mismo, con otra cara, pero es lo mismo. El carácter, es decir, la manera como nos presentamos al mundo, es solo una forma. La medida, en cambio, está en el contenido. Y uno puede ser más o menos sociable, divertido o gracioso, y esto no dice nada sobre la buena salud cuando estos rasgos no vienen acompañados de una actitud espontánea, plástica y coherente con el mundo emocional interno.
Bloqueo Emocional y Psicoterapia Caracteroanalítica:
Hay que saber que no todo está perdido. Recordemos que el cuerpo tiene la capacidad para recuperar sus funciones naturales, siempre que se consiga liberar aquello que le atrapa. Por lo tanto, el trabajo psicoterapéutico se basa en la disolución de las rigideces del carácter y de la musculatura, es decir, en el desbloqueo de la coraza caracteromuscular, que impide crear y mantener relaciones auténticas.
Como he explicado en otros momentos, este trabajo se realiza por medio del análisis del carácter y, simultáneamente, del tratamiento de las actitudes musculares correspondientes. De esta manera se asegura que la esperada descarga de las emociones venga acompañada de su expresión muscular completamente disuelta porque, tal como expresó Reich, la coordinación emocional y bioenergética es lo que transforma una estructura enferma en una saludable. (Saber más sobre la Psicoterapia Caracteroanalítica)
Así, con la herramienta del análisis del carácter y el trabajo con los segmentos corporales, la Psicoterapia Caracteroanalítica ayuda a que la persona bloqueada emocionalmente recupere habilidades de afrontamiento saludables para la gestión de las emociones, lo que influirá positivamente en sus relaciones sociales.