Con hijos adolescentes: ¡¡NEGOCIA!!

Sí, los que tengan o hayamos tenido hijos en esta franja del desarrollo, sabemos lo difícil que se ponen las relaciones familiares ante las rabietas que se arman en casa: no sólo por parte de los jóvenes, ya que nosotros caemos también en esa vorágine de “no sé qué hacer… ante tanto reclamo”.

En primer lugar debemos de saber que cada persona es distinta de otra y que cada casa es un mundo, lo que no invalida que “en casa las cosas se harán de determinada manera”.

Una de las técnicas que se puede emplear y bastante efectiva es la NEGOCIACIÓN. Leemos en el diccionario de la R.A.E. entre otras acepciones: “Tratos dirigidos a la conclusión de un convenio o pacto” y “Tratar asuntos públicos o privados procurando su mejor logro”. Exactamente, asuntos privados, familiares que nos competen como padres responsables del bienestar de nuestros hijos, procurando los mejores logros, a través de la realización de PACTOS.

Una vez ya elaborada nuestra propia definición, nos toca negociar. ¿Pero, cómo? Mira, es sencillo si te lo planteas por pasos o secuencias de acción. Eso sí, a lo que se llegue a convenir debemos ajustarnos todos (y ‘todos’ es cualquier integrante de la familia que conviva con nosotros) y no ceder.
Pero antes de sentarnos en la sala de casa o a la mesa de la cocina, plantearnos ciertas cuestiones primordiales:

– No todo se negocia: lo referente a tomar drogas, alcohol con conducción, tener relaciones sexuales sin protección adecuada, violencia o agresiones físicas dentro o fuera de casa, ‘hacer nada’ (recuerdas aquello de los ‘nini’), ¡¡es intocable..!!

– Sabes que esas estrategias que te dieron resultado cuando eran más pequeños y que aún empleas, quizá manejándolo con criterio más elástico, podrás seguir utilizándolas.

– Hacernos el tiempo y espacio adecuados para una buena y reflexiva comunicación.

-No emplear frases del tipo: “así es en esta casa”, o “porque lo digo yo”: sólo aumentaréis la tensión y no le daréis espacio para la argumentación.

– No ceder ante amenazas, sobornos, … Vuestro hijo/a os conoce a la perfección y sabrá de qué cuerda tirar para convenceros.

– Si estás enfadado o alterado, autocontrólate emocionalmente y estipula otro momento para hablar sobre el tema.

– Si no se alcanza ningún compromiso, comunicad vuestras respectivas posiciones y fijad otro encuentro familiar.

Por último, recordad que a pesar de la distancia generacional, la época y la relación padres- hijos más flexibles de hoy día: os queréis y de alguna manera arribaréis a buen puerto, o mejor dicho a una buena negociación.

Ma. Rosa Blaiotta

Psicóloga

col.20534

COPC