La Autoayuda y Superación Personal

Pensar en los vínculos humanos nos lleva a pensarlos integrados en un contexto‐mundo que a la vez que los produce, los determina. Una mirada a vuelo rasante por sobre las relaciones interpersonales nos devuelve una imagen que puede variar dependiendo de la percepción que tengamos de nosotros mismos, algo que puede mejorar con la autoayuda y la superación personal.
¿Podríamos poner en paralelo esta definición con el efecto globalizado en los vínculos humanos? Vemos en todas las producciones culturales que la globalización como fenómeno económico y sustentándose en un modelo de Bienestar, ha incidido en todo los aspectos de la vida, como así también en los modos de ser de los enlaces afectivos. En este sentido, cuando leemos los mejores libros de autoayuda y de superación personal (ver aquí algunos de los mejores libros para mejorar la autoestima), se produce un cambio siignificativo en todas las percepciones de nuestra vida.

¿Cómo pueden ayudar estos libros de Autoayuda en el bienestar?

Antes de nada, es importante tener en cuenta que el propósito de pensar en los modelos es entenderlos como marcos que regulan el intercambio social y, en este sentido, la universalización del Modelo del Bienestar por sobre las diferencias individuales y por sobre el malestar que impone todo el funcionamiento cultural provoca por lo menos una pregunta: ¿por qué tiene la característica de ser incuestionable? ¿O debiéramos decir la necesidad de ser incuestionable?

Ahora bien,¿ qué es este tan mentado bienestar? Tal el caso de padecimientos de enfermedades orgánicas, sensaciones de tristeza o pérdida, poca confianza en sí mismos, etc. ¿Es posible que el Modelo o la Cultura del Bienestar aplicado a las relaciones interpersonales y globalización mediante, obligue por así decirlo a la negación de nuestros estados de mal-estar? ¿Lo que queda por fuera, lo diferente no considerado en modo alguno, retorna de alguna manera? ¿Puede pensarse que esta negación de lo diferente tenga como consecuencia la aparición de síntomas psíquicos, enfermedades físicas, rupturas de lazos vinculantes, soledad, aislamiento, conductas adictivas, conductas de riesgo, etc.? Entiendo que es una opción a pensar si entendemos con Freud que todo vínculo implica algo de malestar. Para tener el anhelado bienestar los vínculos se plantean en la superficie de contacto. Siguiendo un modelo biológico, esto es como decir en la superficie de la membrana por debajo de la cual ocurren los procesos vitales y, en tanto así, no son realmente vínculos en el sentido más intenso del término, promoviendo distancia aún como participantes del hecho vincular. Y en estos puntos esenciales trabaja los libros de autoayuda.
Como la felicidad según este modelo es posible siempre, y los sujetos humanos perseguimos este ideal cultural, ¿se convierten necesariamente la pena o la tristeza, el desasosiego o el temor, en estados subjetivos a ser eliminados? ¿Estaremos haciendo del bienestar logrado a todo empeño la panacea de lo humano y, en forma concomitante convirtiendo a quienes no lo logran en un desecho social, exceso de lo cultural a ser doblegado, eliminado, negado o suprimido? Esta forma de la cultura, la de la alienación, plantea la adherencia a ideales culturales sin cuestionamiento posible. Nuestra tarea como profesionales de la salud puede incluirse como visagra en la función de apertura a un cuestionamiento de la cultura del bienestar, dando así espacio a la tristeza, la duda y el malestar, como estados propios y esenciales del ser humano y de su potencialidad para el cambio. El desafío es rescatar las diferencias culturales e individuales a la par que cuestionar el bienestar de tipo cosmético en haras de un bienestar más consistente.

Caso contrario, ser sujetos de esta cultura de silenciamiento de lo diverso, abrirá las vías para la aparición del estado de malestar bajo la forma de enfermedades, síntomas, violencias, conductas adictivas y otras. Cultura, sociedad y sufrimiento, son variables imposibles de negar en todo hecho de la actividad humana y desde este pensamiento, bienestar o “estar-bien” no podrá confundirse con el “ser social” sino como una instancia superadora y temporaria del malestar que incluye lo diferente como necesariedad en todo vínculo. Diferencia y tolerancia podrán convertirse así en ideales culturales de un modelo que incluya al bienestar como un estado que califica lo subjetivo pero no reemplaza al sujeto.